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A un año del programa Cultura Comunitaria

  • Foto del escritor: Vertientes
    Vertientes
  • 25 ago 2020
  • 4 Min. de lectura

Presentación del proyecto en el estado de Tlaxcala.

Por: Joel Glez.


Cultura Comunitaria, el programa angular de la Secretaría de Cultura (SC), anunciado en febrero del 2019 por la actual administración federal, cumple un año de trabajo, por lo cual, hace unos días salió a la luz pública un diagnóstico del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) en el que se informa sobre la Evaluación de Diseño con Trabajo de Campo 2019-2020 de dicho programa social.


El documento señala que Cultura Comunitaria inició sin una estructura operativa definida, con poca coordinación con las instancias estatales y municipales de cultura, así como dificultades para llegar a localidades con acceso limitado a servicios culturales, como aspira.


Sin embargo, este órgano engendrado en 2004, con el objeto de evaluar los programas y la política de desarrollo social para mejorar sus resultados y apoyar la rendición de cuentas, reconoce que en 2019 Cultura Comunitaria enfrentó un contexto retador, por lo que ve necesario darle certidumbre con base en la publicación oportuna de las reglas de operación y sus mecanismos para el ejercicio fiscal 2020. Pero, dadas las circunstancias, entre pandemia, sector artístico en la ruina por desempleo, teatros, espacios escénicos que cierran el telón y centros culturales que bajan su cortina, se avizora un panorama no retador, si no catatónico, abismal, mismo que quizá se verá reflejado en el diagnóstico del 2021. Pese a ello, el ejercicio transformador de la cultura y las artes es la luz en el camino que podría aminorar el fatídico resultado.


Cultura Comunitaria tiene como propósito promover el ejercicio de los derechos culturales de personas, grupos y comunidades; son prioridad aquellas que han quedado al fuera de las políticas culturales. Pues como bien lo dicta la Constitución Mexicana en su artículo 4, toda persona tiene derecho al acceso a la cultura y al disfrute de los bienes y servicios que presta el Estado en la materia, así como el ejercicio de sus derechos culturales.


Con la asignación de 400 millones de pesos (mdp), integra cuatro ejes de trabajo para operar en 720 municipios del país: Semilleros creativos (100 mdp); Misiones por la diversidad cultural (150 mdp); Territorios de paz (100 mdp); y Comunidades creativas y transformación social (50 mdp). En general ofrece dos servicios: la implementación de eventos artísticos y culturales y la formación en materia artística y cultural a través de talleres en diferentes instancias creadas por el programa.


Por ejemplo, Semilleros creativos, conlleva creación colectiva con niñas, niños y jóvenes, retomando experiencias previas, a través de artes visuales, artes escénicas, audiovisual, fotografía, música y radio comunitaria.


Pero, respecto a las observaciones, el Coneval identificó que en algunos Semilleros se tenía sólo como ayudantes a los becarios del programa Jóvenes Construyendo el Futuro, sin que se les permitiera participar de manera activa en los servicios artísticos. Craso error, pues la participación y el vínculo comunitario de niños y jóvenes no se puede dejar de lado, ya que ellos traerán los nuevos modos sociales, rumbo a un convivir afable.


Pese a que el proyecto se pensó para 720 municipios donde hubiera grupos y comunidades en contextos de vulnerabilidad social, el Coneval vio que se han realizado actividades en cabeceras municipales o cerca de ellas, donde la oferta cultural es más amplia, pues cuenta con agendas y calendarios de eventos artísticos ya establecidos. Lo revelado con anterioridad abre la incógnita sobre los profesores y talleristas dentro del programa, si en realidad están comprometidos con su quehacer, pues pareciera simulación, al no querer ir más lejos del quiosco de la placita. Quizá son de ese grupo de intelectualoides, gestores culturales, que traen su discurso de “intervenir” en las comunidades, pero eso sí, “sin ensuciarme las manos ni caminar mucho porque me canso, además de que se me gastan mis huaraches comprados en Europa”.


En este orden de ideas, sobre los susodichos, se informa que por la falta de una estructura operativa desarrollada, la SC realizó un convenio de servicios especializados con terceros para que se contrataran a los talleristas, profesores y activistas culturales y fueran dotados con seguridad social. La empresa a que se adjudicó la tarea ocasionó retrasos en el pago de los servicios a su cargo. Punto significativo para que los docentes realicen el trabajo con ímpetu. Lo cierto es que nadie está exento de esta problemática a raíz del precario seguro social, pero esta, esta, es harina de otro costal.


De esta manera se recomendó a la SC buscar una estrategia para identificar las localidades dentro de los municipios en las que el acceso a servicios culturales es limitado, a fin de asegurar que la intervención llegue a su población objetivo, sin embargo, no se puntualizó sobre el capital humano y su actuar.


A modo de recomendación, pidió incentivar a los becarios del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca) a participar en la oferta cultural en centros de reinserción social y de migrantes, quizá ofreciéndoles una retribución económica equivalente a la que se daría a un agente cultural, con el fin de generar mayor oferta cultural para esas poblaciones. Ante esta medida, inclusive, también se podría becar a los mismos migrantes y a las personas que no cometieron delitos graves, que están dispuesta a su reinserción a través de desarrollar sus aptitudes artísticas. Hay que ver más allá del panorama, el agente cultural egresado de las universidades, en su mayoría privadas, no es el centro del multiverso.


Cabe destacar que la SC expresó una valoración positiva del ejercicio de evaluación y manifestó que atenderán recomendaciones.


Es indudable que el ejercicio participativo y en conjunto entre instituciones y organismo es fundamental para concebir políticas públicas encaminadas al bien social. Hay que recordar que Cultura Comunitaria sólo lleva un año de vida, por lo cual es entendible que haya cambios y reestructuras en los ejes y maneras de incidir, además, la historia muestra que el elefante estuvo dormido por setenta años, lo que hace casi imposible que el elefante cultural pueda correr y no tropezar, al tomar en cuenta que quien lo antecede es el extinto mamut llamado, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), creado por el expresidente Carlos Salinas de Gortari, en 1988. No obstante, a pesar de iniciativas y proyectos por parte de la federación, la sociedad mexicana es la artista principal para que este acto teatral pueda continuar

 
 
 

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